EXILIADOS Y EMIGRANTES
1. MOTIVOS PARA ABANDONAR SU TIERRA
Ciudadanos españoles que durante la Guerra
Civil Española de 1936 a 1939 y la
inmediata posguerra, se vieron forzados a abandonar su tierra natal y
desplazarse a otros países por motivos ideológicos y de conciencia, o por temor
a las represalias por parte del bando vencedor y del régimen político
autoritario instaurado en España, permaneciendo en el extranjero hasta que la
evolución de las circunstancias internas del país les permitió regresar
paulatinamente, aunque fueron muchos los que finalmente se integraron en las
sociedades que les dieron refugio, contribuyendo en algunos destacados casos a
su desarrollo.
2. CONDICIONES DE VIDA
Una gran parte de los primeros refugiados, hasta
440 000 en Francia según un informe oficial de marzo de 1939,
tuvieron que afrontar inicialmente duras condiciones de vida, que se agravaron
como resultado del estallido de la Segunda Guerra Mundial y aunque
muchos de ellos lograron regresar en la década de 1940, el exilio republicano
"permanente" quedó constituido por unas 220 000 personas de las
cuales muchas eran excombatientes, políticos o funcionarios comprometidos
directamente con la causa republicana pero entre las que había también miles de
parientes y civiles, junto con un número significativo de niños, intelectuales,
personalidades de la cultura y artistas, científicos y docentes, y personas de profesiones
cualificadas, lo que supuso un condicionante más en el proceso de
reconstrucción del país, a consecuencia del conflicto.
3. DESTINOS
Los principales países de destino fueron, en particular,
Francia, México y Argentina, pero también fueron amparados grupos importantes
en otros países europeos y americanos como Chile, Cuba, República Dominicana la
Unión Soviética, Estados Unidos y el Reino Unido.
Exilio y Regreso
Ramón José Sender Garcés (Chalamera, Huesca, 3 de febrero
de 1901 - San Diego, Estados Unidos, 16 de enero de 1982), conocido como Ramón
J. Sender, fue un escritor español.
Tras pasar por un campo de concentración, en marzo de 1939
(la guerra acabaría en abril) se embarcó como tantos exiliados hacia México,
donde vivió hasta 1942, año en que se trasladó a Estados Unidos, donde fue
profesor de literatura. Entre 1950 y 1954 tuvo lugar la Caza de brujas con la
que el senador ultraderechista McCarthy quiso «limpiar de rojos» los EEUU.
Ramón J. Sender se vio forzado a firmar un furibundo manifiesto anticomunista
para no perder su empleo en la Universidad de San Diego. En esta época se
volvió a casar y tuvo otros dos hijos, pero las constantes infidelidades por su
parte motivaron la disolución de su familia. Sobre esta última época de su vida
es reveladora la activa correspondencia que intercambió con la escritora Carmen
Laforet, a quien conoció cuando ella viajó a los Estados Unidos en 1965; ahí se
testimonia la grandeza y generosidad de Sender, y su difícil o imposible
acomodamiento a la realidad de la vejez.
En esta etapa su producción literaria aumentó
considerablemente. Convertido en apolítico para no ser depurado por McCarthy
(dirá a Laforet «sólo guardo rencor a ese césar pequeñito»), regresó a España
cuando le concedieron el Premio Planeta por En la vida de Ignacio Morell (1969)
(Franco había decretado ese año una amnistía para todos los crímenes cometidos
en la Guerra Civil) y pasó allí largas temporadas a partir de 1976, declarando
su intención de volver de nuevo para fijar ya su residencia en su país natal.
En 1980 solicitó desde San Diego (California) recuperar la nacionalidad
española y renunciar a su nacionalidad estadounidense. Murió dos años después
en Estados Unidos, el 16 de enero de 1982.
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