Mi historia empieza de una de las maneras más tristes que hay.
Mi
madre tuvo que dejar el país por la necesidad de una vida mejor. Por eso, decidió que el mejor país para emigrar sería España. Cuando llegó a este país se dedicó a trabajar duro para poder
mandar a mi abuela que se había encargado de mi, siendo mi tutora
legal. La vida no nos fue fácil en aquella época, pero mi madre se
encargó de viviéramos de la mejor manera posible, ya que se encargaba
de mandar dinero mensualmente. Con ese dinero nos ayudaba para la
comida, el alquiler, caprichos, etc. En aquella época España estaba bien
económicamente y el euro valía mucho en mi país.
Pasaron los años y
la cosa seguía igual. La muerte de mi padre influyó mucho para que yo
viniera a España totalmente. Fue algo doloroso para todos, ya que murió
injustamente. Las situaciones se empezaron a complicar poco a poco y los
papeleos para la llegada mía inminente a España se hacían necesarios. La
falta de amor de una madre se echaba de menos, aunque el cariño maternal
por parte de mi abuela fue bastante bueno.
Cuando llegó el momento de mi partida a un mundo totalmente distinto, la vida iba a empezar de nuevo.
Cuando
nos encontrábamos en el aeropuerto mis pensamiento se dispararon, ya que
pensaba qué iba a ser de mi en un lugar donde no conocía a nadie y que
iba a ser totalmente distinto al lugar en el que nací. Me encontraba
triste y desganado, pero alegre y con ganas, porque volvería a ver a mi
madre.
Cuando llegué todo era totalmente distinto: la gente, los lugares, el ambiente; todo... era totalmente distinto... Pero no me importaba porque ya estaba con la mujer a la que más amaba, mi madre.
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